Políticamente correcto

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Julie Estévez Güílamo, joven comunicadora y comunity manager, anda con mochila y cámara al hombro para compartir su perspectiva particular de la realidad, con un a veces desafiante y siempre mordaz estilo narrativo.
Julie Estévez Güílamo, joven comunicadora y comunity manager, anda con mochila y cámara al hombro para compartir su perspectiva particular de la realidad, con un a veces desafiante y siempre mordaz estilo narrativo.
Por Julie Estévez Güílamo

Constantemente las primeras planas de los diarios religiosos, e incluso de otros que no lo son, exhiben noticias de algún cristiano popular que ha emitido opiniones políticamente correctas acerca de cualquier tema controversial.

El término “políticamente correcto” puede tener varias connotaciones, dependiendo del contexto o incluso del emisor. En nuestro caso nos referiremos a esa maña de declarar juicios tibios que no enfrentan a nadie en específico, principalmente al interlocutor más inmediato, y así no revolver las avispas.

Hace poco explotó una bomba cuando Brian Houston, pastor general de Hillsong, dijo que esa organización cristiana no admitirá una postura pública acerca del matrimonio homosexual. Pese a que Houston explicó sus declaraciones, para indicar que tenía una opinión tradicional con respecto a la homosexualidad, su argumento central fue el siguiente: “Los problemas reales en la vida de las personas son demasiado importantes para que nosotros simplemente los reduzcamos a un sí o un no en un medio de comunicación”.

En otra entrevista, el pastor principal de Hillsong New York, Carl Lentz, habló  junto a su esposa Laura y las palabras de ambos dejan preguntas sin responder, tanto para la iglesia como para los que no forman parte de ella: “No es nuestro lugar decirle a nadie cómo debe vivir. Ese es su viaje”, dijo Laura Lentz.

Hace poco, el famoso pastor evangélico Rick Warren, mostrando su apoyo a la nueva evangelización católica, dijo: “Si amas a Jesús, estamos en el mismo equipo”. En la entrevista se atrevió a afirmar que una de sus programaciones favoritas, de la cadena EWTN, es precisamente “La coronilla de la misericordia”, un conjunto de oraciones que se rezan usando el rosario católico.

Las palabras públicas de los cristianos de otros siglos cuentan una historia diferente. En la famosa Dieta de Worms, Martín Lutero fue convocado para que se retractara de sus enseñanzas. ¿Quiénes estaban allí? ¿Quizás unos campesinos que asistían a la parroquia de un escondido pueblo en Alemania? No, su auditorio estaba compuesto por el Emperador Carlos V, seis electores del imperio, veinticinco duques, el delegado del Papa, ocho margraves, treinta cardenales y obispos, siete embajadores, los diputados de diez ciudades, un gran número de príncipes, condes y barones.

Allí, ante la autoritaria solicitud que el nuncio del Papa le hiciera, la respuesta de Lutero retumbó, dejándonos todavía hoy el sabor de la Reforma: “Si no me refutareis por el testimonio de las Escrituras o por argumentos — puesto que no creo ni en los papas ni en los concilios, siendo evidente que muchas veces ya se engañaron y se contradijeron entre sí—, mi conciencia tiene que acatar la Palabra de Dios. No puedo retractarme, ni me retractaré de nada, puesto que no es justo, ni seguro actuar contra la conciencia. Dios me ayude, Amén.»

Muchos creyentes, ante la vorágine de las preguntas y las confusiones del mundo en que vivimos suelen ofrecer respuestas tímidas. Tratan de parecer digeribles frente a una sociedad cada vez más secular y postmoderna, donde la verdad es utopía y la mentira es indicio de certeza.

Estos cristianos alérgicos a los sí y los no, ¿se avergüenzan de lo que creen, o sencillamente no creen? No es verdad que son equilibrados o que no quieren inclinarse hacia un solo lado de la balanza, la verdad es que con sus actitudes dicen exactamente dónde se encuentran, del otro lado. Prefieren pertenecer al pelotón contrario. Es ahí donde sus dulces clichés reciben más likes y retweets.

En ese bando, lo que dices es precisamente lo que el auditorio quiere escuchar. Sí, hay frases que suenan muy bonitas pero que encierran en sí mismas un fuerte conflicto con la verdad y hasta con la misma lógica que traza la Biblia. Si bien es cierto que la iglesia no puede cambiar a nadie sino que es el Cristo de la iglesia quien a través del Espíritu Santo transforma a sus hijos, también es cierto que Dios ha ordenado que su obra se lleve a cabo por medio de una predicación clara y firme de las Escrituras. Además, ha decidido que esto ocurra en el contexto de la iglesia.

Entonces, lo que afirma Laura Lentz es una falacia, porque los líderes cristianos no son el camino pero deben indicar cuál es. No, Warren, mucha gente dice amar a Jesús pero es importante especificar a qué Jesús se está amando. Usted sabe que el Cristo de la Biblia es el único mediador entre Dios y los hombres, la única forma de acercarse a Él es por medio de la fe.

La autoridad final de su iglesia son las Santas Escrituras y no las tradiciones de un alto clero. Sólo por Gracia nos ha hecho hijos del Padre y no comparte su gloria con ningún hombre.

No importa cuán cerca nos encontremos de las cámaras y las luces, la iglesia de Cristo no está llamada a tener las mismas respuestas del mundo. Nuestro mensaje ha sido, y será siempre, la nota discordante. El apóstol Pablo sabía el tipo de discurso que sus espectadores estaban pidiendo, pero su sermón no se ajustó a nadie sino solamente al Evangelio. “Porque los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Cor 1: 22-24).

Quien decida complacer los pedidos de nuestra cultura para no sonar desafinado, o para simplemente cuidar el pellejo de la aceptación y la popularidad, no es sencillamente un cristiano neutro. Se trata más bien de alguien que claramente revela dónde está su tesoro. Porque decir lo políticamente correcto es la forma más neutral de estar parcializado.

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