En “Lejana”, de Julio Cortázar, éste derriba las nociones de territorio que separan a Alina, la protagonista, de aquella mujer lejana que es ella misma, en otro lugar, al mismo tiempo. Hacia el final de la historia, ambas se reencuentran en un puente y se funden en un abrazo. El territorio de cada una desaparece. Deja de existir el lado de acá y el lado de allá. Por momentos así, como ese abrazo en el puente, es que amo profundamente los libros.
Este cuento me viene a la cabeza cada tanto y me vino a la cabeza recientemente cuando Danny Alveal Aravena, a quien pertenece esta magnífica fotografía, me pidió que escribiera un texto para él. En la foto posa un chico de Les Cayes, Haití, años después de que la muerte viniera por su madre y un tiempo después de que su padre se convirtiera en un migrante económico a seis mil kilómetros de su tierra natal. Su historia es la historia de muchos otros. En la actualidad, la globalización construye nuevos significados para la palabra territorio, a menudo vinculada a las nociones de espacio. Pero si un territorio es el reordenamiento del espacio, ¿acaso no reordenan el espacio los afectos? Y si estos afectos trascienden el propio terruño, ¿entonces no estamos hablando de otra forma de entender el territorio?
La fotografía da cuenta de ello. Cuando el chico sostiene en sus manos la fotografía que su padre le ha mandado por el celular, ¿dónde está su padre en esos momentos? ¿Cerca o lejos? ¿En su terruño natal o a seis mil kilómetros? ¿Acaso se encuentra lejano o acaba de cruzar un puente, como Alina, la protagonista del cuento de Cortázar?
En las familias binacionales, la noción del territorio se resignifica y se extiende, en este caso, a miles de kilómetros, porque no está ligada a al reordenamiento del espacio, sino que se construye a partir de la necesidad del otro. Entonces el territorio no es ese lugar donde pisas, sino aquel lugar donde amas. Ese lugar que no está en ningún sitio, sino en todas partes, incluso en tu propia mano, cuando sostienes un celular, para llamar o para ver la fotografía del otro, de la otra.