SANTO DOMINGO (RD).-El periodista Panky Corcino reflexió sobre los desafíos que enfrenta el periodismo de investigación en República Dominicana, durante la quinta versión del Investigatón, que reunió en el país durante varios días a 50 periodistas de 14 países de la región.
El Investigatón, una iniciativa del Periodismo de Investigación de las Américas, el proyecto que desarrolla el International Center for Journalists (ICFJ) en alianza con CONNECTAS, tuvo como anfitriona en República Dominicana a la Cátedra Unesco de Comunicación que se aloja en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). A continuación la reflexión del periodista Panky Corcino:

Desafíos del periodismo de investigación en República Dominicana
Por Panky Corcino
Mi madre es una mujer sabia. Como no me pudo quitar de la cabeza la idea de estudiar periodismo, siempre me recomienda: “Deja de decirle la verdad a la gente en la cara y de estar escribiendo las cosas malas que hacen, que a este país no hay quien lo arregle”. Pero, como buen hijo desobediente, siempre he tratado de hacer periodismo de investigación desde que empecé a ejercer el oficio en 1996.
A estas alturas debería sentir satisfacción por el camino recorrido, pero la mayoría de los medios informativos en los que a muchos periodistas de mi generación se nos dio la oportunidad de investigar ya dejaron de circular. A tal punto que los conservadores y fatalistas de las redacciones terminaron por asumirnos como una tripulación condenada a servir de remeros a Caronte en los viajes sin aliento del periodismo dominicano.
Después de la caída de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en 1961, la primera revista en desaparecer —no diré surgir— fue ¡Ahora!, que al principio circulaba cada 15 días. Desde el 15 de enero de 1962 hasta febrero de 2004 alcanzó 1,337 números, tal como recoge la Biblioteca Juan Bosch, de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), en cuya web se puede apreciar la publicación.
¡Ahora! registró nuestra turbulenta historia política durante casi cuatro décadas y, tal como resalta la Funglode: “se constituyó en un instrumento importante para el establecimiento de la democracia dominicana”. Documentó momentos de convulsión social, como el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, la Revolución de Abril de 1965, la segunda intervención militar estadounidense o la guerrilla del Coronel Caamaño en 1973.
Su fundador y director, Rafael Molina Morillo, recrea en su libro “Mis recuerdos imborrables” que la revista “también pagó una alta cuota” en la denominada “Operación Limpieza”, durante la Revolución de 1965, cuando la soldadesca asesinó en sus oficinas a su administrador Diógenes Ortiz Cassó y al auxiliar Juan (Papito) Arias Contreras.
La noche del martes 5 de octubre de 1965 una fuerte carga de explosivos militares hizo volar prensa, almacenes y oficinas de la publicación. Molina Morillo cita como responsables directos a cuatro miembros de la Fuerza Aérea Dominicana. También documenta que, aunque no se desarrolló un juicio, la opinión pública identificó como responsable intelectual a Salvador Lluberes Montás (Chinino), un oficial implicado en el posterior asesinato del periodista Orlando Martínez.
Al calor del atentado, Molina Morillo reafirma su decisión de reabrir la revista (propósito al que le ayudó una indemnización del Estado por la redacción destruida) y de fundar un periódico, el vespertino El Nacional de Ahora, que circula desde el 11 de septiembre de 1966.
La revista sufriría otra fuerte estocada con el asesinato de su director ejecutivo, Orlando Martínez, ocurrido el 17 de marzo de 1975. Este crimen, junto al de Gregorio García Castro (Goyito), ocurrido el 28 de marzo de 1973, ilustran el peligro que corrieron los periodistas durante una etapa de represión política.
Cuando se creyó que algunos temas habían sido superado ocurrió la desaparición forzosa del catedrático universitario y contestatario articulista de “La Muralla” Narciso González Medina (Narcisazo), el 26 de mayo de 1994, en medio de una crisis postelectoral.
Molina Morillo asegura que Publicaciones Ahora, C. por A. operó siempre “en rojo”, situación que lo llevó a vender sus dos medios a José Luis (Pepín) Corripio, el 4 de mayo de 1979.
“Poco a poco ¡Ahora! fue languideciendo, hasta que dejó de publicarse en 1988. Dos años después se realizó un esfuerzo por reeditarla, pero el experimento apenas duró dos años y por razones financieras tuvo que ser suspendido nueva vez”, escribió el periodista.
En su primera etapa, de 1962 a 1990, publicó 917 ediciones. En un siguiente intento de renovación, la revista tampoco fue rentable y desapareció, definitivamente, en 2004.
No estuve en la redacción de esta revista, pero sí en otros proyectos de investigación importantes que desaparecieron, como las revistas Rumbo y La Lupa Sin Trabas. También, en el semanario Clave y las áreas de investigación de Listín Diario (El Domingo y El Dinero Dominical), elCaribe (Impactos y Pasiones) y Clave Digital. Y este mes clausuran a 7días, portal que, en su momento, también fue un espacio con vocación de investigación.
Rumbo nació el 24 de enero de 1994 y murió, después de 516 números, el 29 de enero de 2003. La Editora AA ya se había transformado en Omnimedia y parido el Diario Libre, un exitoso diario gratuito con gran penetración en la actualidad.
El semanario Clave editó 230 números, desde el 16 de marzo de 2006 hasta el 4 de agosto de 2010.
La Lupa Sin Trabas tuvo peor suerte. Nació el 8 de agosto de 2012. Circuló con una periodicidad quincenal y solo editó 31 números, hasta el 31 de noviembre de 2013.
¡Ahora!, Rumbo, Clave y La Lupa Sin Trabas eran espacios importantes para los periodistas que se inclinan por la investigación.
Algunos periodistas con un perfil para la investigación se reconvirtieron profesionalmente: unos se sumaron a organizaciones no gubernamentales (ONG) y estatales, trabajando en proyectos sociales; otros empezaron a trillar el camino de las relaciones públicas a través de empresas personales o en firmas como Newlink o Llorente & Cuenca; y hubo quienes terminaron sumándose a los departamentos de relaciones públicas de oficinas estatales. Sencillamente porque los medios cerraron o porque la diferencia salarial es notable.
El Gobierno paga más que los medios
El promedio salarial de un periodista en República Dominicana es de 572 dólares al mes. En la región es de 1,080 dólares, según informaciones recogidas en un análisis del desarrollo mediático auspiciado por la Unesco. En República Dominicana, conocemos ejemplos de gerentes de comunicaciones de dependencias estatales que devengan salarios brutos de 3,735 dólares, e incluso casos en los que este ingreso supera los 5,770 dólares.
El Gobierno, además, emplea a decenas de periodistas a través del “Servicio de Comunicación y Análisis Estratégico” de la Presidencia, que este año cuenta con un presupuesto de 495.2 millones de pesos (más de 10 millones de dólares).
La Dirección General de Comunicación (Dicom) cuenta al menos, si echamos una mirada rápida a la nómina que cuelga en su web, con 15 periodistas y 13 camarógrafos.
La Dirección de Análisis y Programación Estratégica (Diape), una especie de laboratorio que vigila el ejercicio y el pensamiento de los periodistas, también emplea como “analistas de prensa” a un amplio grupo de comunicadores que, en muchos casos, trabajan en forma simultánea en las redacciones de medios informativos.
A la decisión del Gobierno de contratar a periodistas y pagarles mejores salarios que los medios informativos, sumamos ahora, como una dificultad para el periodismo de investigación, el Portal Único de Solicitud de Acceso a la Información Pública (SAIP).
El portal, aunque representa un avance tecnológico, al mismo tiempo permite al Gobierno saber en tiempo real qué trata de averiguar cualquier periodista, ciudadano o empresa bajo el amparo en la Ley 200-04 sobre Libre Acceso a la Información Pública, sin importar a la dependencia gubernamental que reclame los datos.
El conocer a tiempo las informaciones reclamadas por los periodistas de investigación, permite a cualquier Gobierno estructurar una estrategia de comunicación para aminorar su impacto o valerse de algún tipo de conexión que evite su difusión.
El Gobierno dominicano que vigila, dosifica y controla las informaciones, logró otra ventaja que resta espacio al mundo de las investigaciones periodísticas.
Los directores de tres periódicos presentaron en febrero de 2013, con el respaldo de una fundación de un abogado y periodista, un recurso de inconstitucionalidad contra varios artículos del Código Penal y la Ley 61-32, sobre Expresión y Difusión del Pensamiento.
La sentencia, dictada tres años después, anula 8 artículos de la Ley 61-32 y de paso elimina la responsabilidad “en cascada”.
En resumen, antes, si una persona se sentía afectada por una publicación y alegaba difamación, demandaba en los tribunales al periodista, al director del medio y a la editora o empresa propietaria. Esto obligaba a la empresa, que al final es la que logra rentabilidad con la venta de publicidad, a designar abogados defensores que, de paso, representaban al periodista.
Ahora, una fuente puede escoger demandar solo al periodista y el medio no está necesariamente obligado a defenderlo.
El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), que ni siquiera litigó con persistencia en este proceso, pese a que el Procurador General de entonces advertía del peligro que acarreaba para la clase periodística, se limitó a condenar la sentencia en un comunicado en el que planteaba: “Se libera de toda responsabilidad a ejecutivos y propietarios de medios de comunicación, dejando desamparado, en caso de sometimientos, a los periodistas, que son los responsables de buscar, investigar y trabajar la información a ser difundida por los medios”.
Mirando a la TV y la “prensa” digital
El periodismo dominicano también enfrenta otros desafíos. Algunos jóvenes se ven atraídos por los espacios de “investigación” noticiosa de la televisión. Aunque en ocasiones hacen un aporte a la sociedad, los reportajes se basan mucho en filtraciones y se inclinan por convertir la noticia en una mercancía que solo enlatan para “vender” al espectador.
En vez de ver al ser humano como un ciudadano que demanda y tiene derecho a información confiable, el periodismo de investigación de la televisión lo contempla como parte de un público al que vende un espectáculo con el propósito de ganar audiencia y, de esa forma, atraer más publicidad.
De hecho, estuvieron durante largos años considerados en una categoría de los Premios Soberano (antiguos Casandra), que reconocen la labor sobre el escenario de artistas, cantantes y actores.
Operan además como tribunales. Juzgan y condenan a los protagonistas de hechos de corrupción en un mismo reportaje en el que, incluso, pueden llegar a incurrir en claras manipulaciones y violaciones a los derechos de privacidad de los ciudadanos.
Los programas de “investigación” de la televisión ganaron popularidad mientras los diarios abandonaban su vocación de profundizar en los problemas de la sociedad, sobre todo en aquellos que afectan a sectores desposeídos. Al principio se hacían eco de lo que difundían los periódicos, pero con el tiempo empezó a suceder lo contrario.
Algunos periódicos conservan el interés de contextualizar y documentar historias. Pero en los casos de corrupción suelen apegarse a fuentes oficiales para reproducir la información sin molestar directamente a funcionarios de poder y a empresarios involucrados.
El portal Acento, por ejemplo, mantiene una vocación de investigación y una filosofía de apego a la democracia y a la sociedad civil. Sin embargo, destina mucho esfuerzo a reproducir informaciones del día a día que son promovidas por el sector privado o el Gobierno desde oficinas de relaciones públicas.
El desafío de las universidades es concienciar a los estudiantes para que puedan aprovechar la televisión y profundizar en investigaciones que incluso se puedan difundir a través de las redes sociales.
Pero también se observa cierto estancamiento en República Dominicana en lo relativo a los jóvenes atraídos por la carrera, al punto de que la matrícula se ha empezado a reducir. En 2009 teníamos 9,040 estudiantes de Comunicación Social en las universidades y para 2015 eran 7,053, un 22% menos, pese a que surgieron nuevas escuelas en universidades privadas.
En 2015 la estatal Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) tenía 2,943 estudiantes de Comunicación Social, el 41% de toda la matrícula. En su sede, contaba con 1,108 alumnos enfocados en Mención Periodismo, 721 en Relaciones Públicas y 17 en Comunicación Gráfica. Pese a que debe promover la vocación social crítica sus programas de estudios no incluyen la materia Periodismo de Investigación.
A la baja en la matrícula se suma el hecho de que los programas de formación se enfocan en distintas áreas y los jóvenes tienen una mayor inclinación hacia campos de ejercicio como el de las relaciones públicas o el mundo audiovisual.
En resumen, tenemos:
1 | Las revistas y las secciones de los diarios dedicadas al periodismo de investigación desaparecen. |
2 | El Gobierno ejerce control sobre la información y suma cada vez a más periodistas a las nóminas de sus distintas dependencias. |
3 | En caso de ser demandado ante los tribunales, el periodista, sobre todo el que investiga, tendrá que contratar a su propio abogado en un país con servicios legales costosos. Además, deberá responder con su patrimonio particular ante cualquier sentencia en reparación a daños y perjuicios, debido a que ya no existe la responsabilidad en cascada. |
4 | La televisión se inclina por convertir la información en espectáculo como una forma de captar la atención del público y poder vender más publicidad. |
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Las nuevas escuelas de comunicación se enfocan en formar estudiantes para áreas como relaciones públicas porque pueden tener acceso a salarios y condiciones laborales mejores. También a lo audiovisual, para atraer a jóvenes interesados en la naciente industria cinematográfica de República Dominicana. |
Bajo este panorama, ¿cómo seguir adelante y motivar a los periodistas a que realicen más investigaciones?
1 | Haciendo que los periodistas jóvenes tomen conciencia de la realidad. |
2 | Que asuman el periodismo crítico como un instrumento para mantener el sistema democrático y lograr una sociedad justa. |
3 | Hemos estado motivando la investigación entre los periodistas. Debemos enfocarnos además en idear campañas para concienciar a la población y hacerle entender que el periodismo de investigación garantiza derechos a todos y que debe ser apoyado. |
4 | Motivarlos a presentar historias documentadas para evitar problemas legales y a pensar en otros formatos, incluso en libros. |
Tenemos innumerables historias por investigar. Esto queda evidenciado en casos como el de la muerte de Pilar Báez, al dar a luz el 6 de febrero de 1960, y de su esposo, Jean Awad Canaán, fallecido en un accidente de tránsito ocurrido en San Juan de la Maguana el 30 de noviembre de ese año.
Desde 2012 se escribieron cinco libros sobre estos dos presuntos asesinatos atribuidos en una de las hipótesis a Angelita Trujillo, hija del dictador, y su entonces esposo, Luis José León Estévez (Pechito).
1 | Pilar y Jean. Investigación de dos muertes en la Era de Trujillo. Naya Despradel (febrero 2012). Una investigadora que trabaja para la base de datos OGM, que atesora los recortes noticiosos de diversas publicaciones del país |
2 | La verdad de la sangre. Pilar Awad Báez y Eva Álvarez (2013). Testimonio de la hija de la pareja que sobrevivió al parto de la madre. |
3 | Eran una sola sombra larga. De la autoría de Lipe Collado (2015), un periodista que introdujo un tono de crónica novelada en la narración |
4 | Las mentiras de la sangre. Lorenzo Sención Silverio (Archivo General de la Nación, Primera edición octubre de 2015), un exmilitar que sobrevivió al supuesto accidente de tránsito en el que Jean Awad perdió la vida. |
5 | Las mentiras de la sangre. Lorenzo Sención Silverio (Editora Bohío, Segunda edición que anexa varios documentos). |
Otro caso que apunta al formato del libro, que ahora puede ser digital, como medio de difusión de investigaciones, son los aportes del periodista Esteban Rosario. Varias ediciones de títulos como “Los dueños de la República Dominicana” o “El Grupo Vicini, el verdadero poder” lo confirman.
Hace poco encontré a Esteban Rosario en Librería Cuesta, en Santiago, ciudad donde reside. Luego de comentarme sobre las reediciones constantes de sus libros me adelantó que ahora investiga sobre los negocios de los políticos. Luego, bajó un poco más el tono de voz, para anunciarme que me mandaría por correo su último texto.
“Es en formato digital, y lo estoy distribuyendo sólo a algunos amigos. Se titula `La CIA y la contrainsurgencia en la República Dominicana`”. Ya me lo envió por correo, pero temo que, en un país en que cierran los espacios dedicados a la investigación y al poder económico le interesa poco invertir para que el periodismo profundice, todos terminaremos publicando libros para pasarlos entre nosotros, casi en secreto, a través de la internet.
Santo Domingo
26 de mayo de 2018