Investigando para escribir la crónica de Santo Domingo en la literatura encontré un pasaje de Andrés L. Mateo en el que habla de unos árboles de mango en la UASD. Quise ir hasta allá para ver si se trataba de una referencia real, pero un amigo me dijo que ya no existen.
No es la única cosa que se menciona en el libro que ya no existe en la ciudad, pero una se pregunta: ¿por qué desaparece un árbol? ¿Para dar paso a qué cosa mejor? ¿Un parqueo? ¿Una solución habitacional? ¿Qué más desaparece cuando eliminan los árboles?
Pensaba, erróneamente, que mi interés estaba vinculado a mi pasado pueblerino. Pero en estos días he visto la reacción de algunas personas al indignante corte de árboles de la Plaza de la Cultura y recordé mis inicios como periodista. Fui a la Zona Colonial a cubrir algún evento y encontré a unos ancianos lamentándose por el corte de unos árboles centenarios en el parque donde acostumbraban a echar la tarde. Estaban llorando porque se les había arrancado algo que de ninguna forma podrían recuperar. Una forma de habitar el espacio urbano.
Ayer pasaba por el parque Hostos y observé los almendros sin hojas. ¿Son los mismos que se sembraron en 1908*, como parte del primer plan de arborización de la ciudad? ¿Habrán sobrevivido a las remodelaciones del parque? Pensé en las personas disfrutando de su sombra hace cien años. El maravilloso refugio ante el sol inclemente del Caribe, cuando el calor los echaba de sus casas.
Lo que sucede hoy en la Plaza de la Cultura es solo el síntoma de una enfermedad más grande, como lo demuestran las imágenes que comparto cedidas por Shaney Peña Gómez, donde se puede apreciar la pérdida del arbolado en el Polígono Central en las últimas décadas.
Esta enfermedad trasciende el polígono porque es parte de una visión de desarrollo urbano que erróneamente privilegia otras cosas. Como decía en un post anterior, la ciudad redujo su superficie forestal a solo un 10% (y el dato ya es viejo). Es realmente penoso. Pero, ¿a quién le importan los árboles?
*Conoce más sobre los árboles de Santo Domingo en este estudio realizado por el Intec.